Olga Briskin: La Diva Mexicana que Superó los Abusos y la Adversidad

Olga Briskin, una de las figuras más icónicas de la época de oro del entretenimiento mexicano en los años 70, ha sido una de las vedettes más exitosas y aclamadas de su generación. Sin embargo, detrás de su brillo y glamour, se esconde una historia de lucha, sufrimiento y redención que solo ahora, a los 73 años, está dispuesta a compartir con el mundo.

Nacida el 22 de septiembre de 1951 en la Ciudad de México, Olga era hija de Elías Briskin, un violinista y director de orquesta de origen ruso, y Lina Torres, una mexicana. Desde pequeña, su vida estuvo marcada por la música, aprendiendo a tocar el violín bajo la tutela de su padre. Tras la muerte de su padre cuando ella tenía solo 17 años, Olga se vio obligada a trabajar como violinista en restaurantes para sostener a su familia, además de aceptar un empleo como secretaria.

Fue durante uno de estos trabajos cuando su talento fue descubierto por Ernesto Bals, dueño de una cadena de nightclubs en la Ciudad de México, quien la invitó a actuar en sus cabarets. Con su belleza y talento, Briskin se convirtió en una estrella en ascenso. La fama llegó rápidamente cuando ganó el certamen “Reina de la Prensa”, lo que la catapultó a la televisión y al cine. Su participación en el programa Siempre en Domingo, de Raúl Velasco, consolidó su éxito y la convirtió en una de las vedettes más famosas del país.

A lo largo de los años, Olga Briskin conquistó los escenarios más exclusivos de la Ciudad de México y, eventualmente, Las Vegas. Su espectáculo, inspirado en los grandes shows de la ciudad estadounidense, incluía bailarines, trajes extravagantes y hasta animales exóticos. Su fama la llevó al cine, donde participó en varias películas populares. Sin embargo, la fama también trajo consigo un lado oscuro.

La vida de excesos, impulsada por la tentación del alcohol y las drogas, llevó a Olga por un camino destructivo. Confiesa que usaba el alcohol para relacionarse con productores y empresarios poderosos, y que muchas veces tuvo que hacer compromisos inmorales para alcanzar el éxito. Las adicciones y sus relaciones complicadas con figuras del poder afectaron su vida personal y profesional, llegando incluso a perder toda su fortuna.

Pero a pesar de las dificultades, Olga nunca perdió su amor por la música. A mediados de los años 2000, tras años de lucha contra sus adicciones, la violinista se convirtió al cristianismo, lo que marcó un punto de inflexión en su vida. Fue en 2008 cuando, tras años de rechazar invitaciones para abrazar la fe, decidió dar un giro radical a su existencia y alejarse del mundo del espectáculo. Esta transformación espiritual le permitió encontrar la paz interior y empezar a sanar las heridas de su pasado.

En sus últimas entrevistas, Olga ha hablado sin tapujos sobre los abusos sexuales que sufrió en su juventud. Reconoció que guardó silencio durante muchos años debido al miedo y la vergüenza, pero hoy, a través de su fe, ha aprendido a perdonar a sus abusadores y a vivir en paz consigo misma. También ha instado a las nuevas generaciones de mujeres a no quedarse calladas, a denunciar la violencia y a buscar justicia.

Olga Briskin, ahora dedicada a tocar música cristiana, ha vuelto al escenario para formar parte de la nueva producción de Aventurera, donde interpretará el papel que en su momento fue de Carmen Salinas. Además, está trabajando en la publicación de su tercer libro, Renovada, que se lanzará en 2024. Este libro profundiza en su historia de abuso y lucha, buscando inspirar a otros a hablar, a sanar y a no rendirse.

La vida de Olga Briskin es un testimonio de resiliencia. A pesar de los abusos, las adicciones y las traiciones que marcaron su camino, logró reconstruir su vida y encontrar la paz. Hoy, su historia es una fuente de inspiración para mujeres que, como ella, han vivido en silencio, invitándolas a alzar la voz y a luchar por un futuro mejor.